SOBRE ARQUITECTURA Y MASONERIA * |
Si Arquitectura y Masonería figuran parejas en el frontispicio de este trazado ello es debido a que, en otros tiempos, eran una, y ésta lo era por la Geometría. Dios geometriza siempre1, mide todo en todo momento, tanto lo visible como lo invisible. Su Fiat Lux saca el orden del caos estableciendo la manifestación, el cosmos, donde todo ser está forzosamente en alguna parte, en un determinado lugar,ocupa un determinado sitio, y lo que no está ni en la Tierra ni en parte alguna del Cielo no es absolutamente nada2. Todo ser ha sido medido, determinado en sus condiciones de existencia, ha sido hecho lo que es, pues la medida de una cosa es la razón de ser de dicha cosa. La Geometría, contemplada en un sentido más interior que el que le confiere externamente su etimología, puede entenderse como la ciencia por la que se mide toda la manifestación. Desde el cuerpo y la extensión, pasando por el alma y lo sutil, hasta el espíritu y lo universal, todo tiene medida, todo su límite. Sólo el Principio Absoluto, el Infinito, escapa a toda medida y geometría. Él es el único que mide y no puede ser medido, que traza y no puede traza alguna alcanzarle. La Arquitectura, por su parte, es una ciencia adornada de otras muchas disciplinas y conocimientos… las Bellas Letras, Dibujo, Geometría, Optica, Aritmética, Historia, Filosofía, Medicina, Música, Astrología… Es práctica y teórica. La práctica es una continua y expedita frecuentación del uso, ejecutada con las manos, sobre la materia correspondiente a lo que se desea formar. La teórica es la que sabe explicar y demostrar con la sutileza y leyes de la proporción, las obras ejecutadas.3 Así pues, según dice Vitruvio, la Arquitectura es una ciencia o, lo que es lo mismo, un arte, en cuanto que está estrechamente vinculada con la Geometría y la Aritmética que pertenecen al conjunto de las artes o ciencias liberales, aquellas que son libres y nobles por sí mismas. Además, en la Arquitectura, como
Los artistas siempre han sido conscientes de que el acto de crear ha de ser instigado por algo que no está en la mano del hombre.
En cuanto a la Arquitectura, este doble aspecto que acabamos de ver, y que es tal por participación en el poder creador del Maestro Arquitecto (el Gran Arquitecto del Universo), consiste en una manera de construir (techne) y en el modo de concebir (logos) esa manera de construir.
Contemplamos aquí, bajo las expresiones formas inmateriales, gráfico arquetípico, modelos inteligibles, lo que señalábamos más arriba, esa Geometría cuyas trazas alcanzan el mundo de las ideas, esa "Cosmometría", valga la palabra, que debe ser reproducida por la Geometría que la imita en los modelos sensibles y cuyas trazas visibles (formas, figuras) son imágenes de las trazas inteligibles (ideas, números) de aquella otra. Todas las cosas reciben sus formas por medio de las ideas y los números. Lo que el hombre construye no son sino imitaciones sensibles… de los modelos inteligibles… que ve con el ojo del alma, es decir que concibe con el intelecto (nous). Sin las formas inmateriales (ideai), y sin el gráfico arquetípico y los modelos inteligibles (el número), las artes, y por tanto la Arquitectura y la Masonería, no serían tales, ya que careciendo de modelos que reproducir serían estériles; y los artesanos, si todavía se podría llamarles así en este caso, se verían igualmente impotentes de realizar algo con arte, pues, hicieran lo que hiciesen, su labor quedaría reducida a algo así como una mera operación servil, y ellos reducidos a la condición de simple "mano"10. Sin número, peso y medida, las artes serían relativamente sin valor… "y una cuestión de mera práctica y trabajo"11. Mediante la Arquitectura y la Masonería, el hombre de las culturas tradicionales, consciente de su participación en el poder creador del Maestro Arquitecto, concibió y construyó edificios y ciudades siguiendo los modelos inteligibles. Y lo hizo
o, lo que es lo mismo, con arreglo a los arquetipos universales, Sabiduría, Fuerza y Belleza, los tres pilares que sostienen el cosmos; pues todo edificio, ya sea templo, o casa (templo igualmente), de cualquier cultura tradicional, imita ese otro gran edificio que es el cosmos, y el arquitecto y el masón de esas culturas siguen el paradigma del Gran Arquitecto del Universo, el Maestro Arquitecto, creando el Mundo mediante el número, peso y medida. La Arquitectura y la Masonería se conciben pues en base al número y la medida, en cuanto ideas o formas inmateriales, y se construye concretando el número y la medida en formas materiales; por esto están íntimamente vinculadas con el doble aspecto de la Geometría que hemos señalado antes. Los antiguos constructores conocían, por la Tradición, el significado interno del número y de la medida, y su manifestación externa en las artes; conocían que no hay forma sin idea ni número, ni idea ni número sin una inteligencia y voluntad que la conciba y realice al mismo tiempo, y reconocían su participación en esta inteligencia y voluntad del Maestro Arquitecto al verse capaces de imitar su obra.
Este es, en el fondo, el fin y verdadera utilidad de la imitación que hace el arquitecto y el masón de la obra del Maestro Arquitecto; y lo es también de las ciencias y artes tradicionales. Esto es lo que el hombre de las culturas tradicionales conoce. En toda civilización de carácter estrictamente tradicional, todas las cosas comienzan necesariamente por el Principio o por lo que es más próximo a él, para descender luego a aplicaciones cada vez más contingentes; y, además, inclusive estas últimas no se encaran jamás desde un punto de vista profano, que no es, según lo hemos explicado a menudo, sino el resultado de una degradación por la cual se ha perdido la conciencia de la vinculación de estas aplicaciones al Principio… Pero hay más todavía: la fundación de las ciudades, la elección de su sitio y el plan según el cual se las construía se hallaban sometidas a reglas pertenecientes esencialmente a la "ciencia sagrada" y, por consiguiente, estaban lejos de responder solo a fines "utilitarios", por lo menos en el sentido exclusivamente material que se da actualmente a esa palabra; por completamente extrañas que sean estas cosas a la mentalidad de nuestros contemporáneos, es preciso sin embargo tomarlas en cuenta, sin lo cual aquellos que estudian los vestigios de las civilizaciones antiguas jamás podrán comprender el verdadero sentido y la razón de ser de lo que observan, aún en lo que corresponde simplemente a lo que se ha convenido en llamar hoy el dominio de la "vida cotidiana", pero que entonces tenía también, en realidad, un carácter propiamente ritual y tradicional.15 No ocurre así en nuestra sociedad actual, la cual no solamente está alejada en extremo de lo que es una sociedad tradicional sino que es verdaderamente su inversa, hasta el punto de que constituye realmente una sociedad antitradicional en el pleno sentido de la palabra. Aquí las necesidades del hombre, y del arte y la ciencia, están igualmente invertidas, como no puede ser de otro modo, con respecto a las de la sociedad tradicional, y sólo responden ya a condicionantes económicos, sociales, utilitarios, en suma, de interés y utilidad exclusivamente material e individual por los que se rige esta sociedad que parece como si quisiera vivir sólo de pan.
Desde luego que estas voces, y otras que suenan en armonía con ellas, no llegan a la mayoría de los ciudadanos de hoy día, pero hay algo que, en mayor o menor medida, les llega: su asombro al contemplar las ciudades y los edificios de las culturas antiguas que responden a las necesidades del 'hombre completo'; pues, como no puede ser de otro modo, en el fondo de su ser, sin ellos saberlo, subyace esa necesidad. Su asombro responde a que estas obras expresan y reflejan la participación consciente, a todos los niveles, de los antiguos constructores en la obra del Gran Arquitecto del Universo, el único que construye iluminando y dando vida a toda obra. Y su asombro se vuelve confusión cuando perciben, del modo que sea y sin saber muy bien cómo, que sus actuales ciudades y edificios carecen de luz y vida, pues, retomando el ejemplo de la mitología griega que hemos visto más arriba, en la sociedad contemporánea, Atenea no inspira hoy ya las obras que Hefesto realiza, y que, por consiguiente, nacen muertas. Pero si esto es lo que sucede en gran parte de nuestra sociedad, no por ello ha dejado de existir en su seno agrupaciones, la Masonería es una de ellas, que, remontándose ininterrumpidamente a los tiempos de las sociedades tradicionales y a sus gremios de constructores, guardan y transmiten el carácter de éstas, y, con él, la enseñanza de las artes y ciencias tradicionales, es decir de la "Ciencia Sagrada". Las antiguas cartas de la Franc-Masonería, que se remontan a los siglos XIV y XV, y que se las conoce actualmente con el nombre de Antiguos Deberes (Old Charges), testimonian esta transmisión. En ellas está recogido, con más o menos detalle y extensión, el relato histórico del digno oficio de la Masonería, y los Deberes propios por los que se regía el oficio; el relato histórico, que constituye la memoria viva del oficio y de sus dignos oficiales a través de los tiempos, se remonta a su origen mítico enlazando así con la Tradición primordial; y los Deberes mantienen viva la regla (Usos y Costumbres) del hacer diario de este oficio. Antiguos Deberes, herramientas (la totalidad de sus símbolos) del oficio, y ritos constituyen hoy, en la Masonería, un todo donde está depositada la enseñanza de la "Ciencia Sagrada", y, con ella, la posibilidad que tiene hoy el hombre de vivir participando conscientemente en la obra del Gran Arquitecto del Universo, es decir tomando conciencia de lo que realmente es. |
NOTA | |
* | Este trazado pertenece al volumen de arquitectura: La Logia Viva, Simbolismo y Masonería, publicado por Ed. Obelisco, Barcelona, julio 2006. |
1 | Platón. |
2 | Platón, Timeo, 53 a. |
3 | Vitruvio, De Architectura, Libro primero, cap. 1º. |
4 | Himnos Homéricos 20. |
5 | Platón, Protágoras 321 D-322 A. |
6 | Platón, Leyes 903 C; cf. Fedro 277 B, y Banquete 209 A. |
7 | A. K. Coomaraswamy, "Atenea y Hefesto". Sobre la doctrina tradicional del arte. Ed. Olañeta, Palma de Mallorca, 1983. |
8 | W. F. Otto, Dioniso, Mito y Culto. Ed. Siruela, Madrid, 1997. |
9 | Filón, "Moisés", 2.74-76. Citado por A. K. Coomaraswamy, op. cit. |
10 | Cf., A. K. Coomaraswamy, ibid. |
11 | Platón, Filebo. Citado por A. K. Coomaraswamy, ibid. |
12 | Vitruvio, De Architectura, Libro primero, cap. 3º. Versión de José Ortiz y Sanz, Madrid 1787, ed. facsímil de varios Colegios de Aparejadores, Oviedo, 1974. |
13 | Cf., A. K. Coomaraswamy, op. cit. |
14 | René Guénon, La Metafísica Oriental. Ed. Olañeta, Palma de Mallorca 1984. |
15 | René Guénon, Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada. Eudeba, Buenos Aires 1976, cap. XXIX. |
16 | Federico González, Esoterismo Siglo XXI. En torno a René Guénon. Muñoz Moya Eds., Sevilla 2000, cap. III: "¿Qué es la Tradición?". |
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