PALABRAS DE RECIBIMIENTO DE LA HERMANA ORADORA A UN NEOFITO *

SIETE MAESTROS MASONES

Querido hermano, como representante de los hermanos de la cadena tradicional a la que os habéis incorporado, os transmito nuestra más calurosa bienvenida y la profunda alegría de contar con un obrero más que se une a esta gran obra de construcción universal.

Acabáis de entregar vuestra vida individual a la gran aventura del Conocimiento que os irá desvelando, al ritmo que los dioses tengan trazado, el verdadero sentido de vuestra existencia, de la de vuestros congéneres y del universo entero, pues ya sabemos que

Todo es Uno y Uno es Todo.

El giro que se ha producido es trascendental; de una existencia profana que sólo mira ad-extra, esto es, desorientada y absurda en medio de un mundo marcado por el error y la ignorancia, a la posibilidad de adoptar un nuevo punto de vista, el que le ofrece el Arte Real, que restituye a cada ser, cada cosa, circunstancia o acontecimiento, su verdadera esencia, su sacralidad, el entendimiento que todo es obra de un Principio Supremo, totalmente invisible e infinito, que por un acto enteramente misterioso se refleja a sí mismo y origina todos los mundos o planos de la Realidad. Se trata del advenimiento de una visión interior, que se proyecta hacia dentro o hacia el origen del Ser.

Simbólicamente, y por tanto realmente, el hombre viejo que hay en vos ha muerto y por el descenso de la influencia espiritual que se produce en este rito iniciático, ha nacido un hombre nuevo. Ahora todo os resultará genuino y asombroso; nada sabéis de esta nueva visión hasta que comencéis a empaparos de ella; absolutamente todo debe ser reaprendido a través de la más alta capacidad que es la "intuición intelectual" y cuya residencia simbólica se sitúa en el corazón del hombre o en el Ara del Templo. Os habéis convertido en un explorador que busca la realización espiritual cuyo alcance es mucho más amplio y va mucho más allá de la cuestión puramente social o psicológica. Se trata de la posibilidad de la Liberación total y eso está por encima de lo individual e incluso de lo universal.

La Masonería, como arca viviente de símbolos y ritos antiquísimos, os ofrece una fuente inagotable de vehículos que os ayudarán, si sois paciente y perseverante, a desvelar los arcanos más profundos del hombre y del cosmos. Miréis donde miréis, a Oriente u Occidente, al Mediodía o a Septentrión, hacia el Cenit o el Nadir, los símbolos están ahí, con toda su energía, para transmitiros ideas-fuerza. Todo lo que oigáis a partir de ahora surge de un soplo divino, suprahumano, diseñado para promover el despertar de la conciencia. Cada gesto es prototípico, cada mito un relato arquetípico. Aquí no hay invención humana, sino un inconmensurable y generoso gesto divino del que habéis comenzado a participar conscientemente.

Este Misterio os hace enmudecer, de ahí que esta labor se emprenda en silencio y desde el silencio.

No sé leer ni escribir, sólo sé deletrear,

repetíais hace unos instantes. Y desde este estado de apertura, inocencia o desapego, coged con alegría las herramientas y poned manos a la obra, estudiad, meditad, invocad a los dioses, ofreced toda vuestra voluntad y recta intención y dejad que el Espíritu haga el resto. Trabajo solitario e intransferible y al mismo tiempo grupal, porque ¿qué busca vuestro hermano sino lo mismo que vos? La Masonería o Arte Real es una labor de cooperación; cada cual pone lo que es o lo que reconoce ser en cada momento, para contribuir así a la edificación del gran Templo Universal, en donde todo está perfectamente armonizado, según unas leyes precisas, que no rígidas. Todos los iniciados somos obreros de una misma Obra, o voces de un mismo coro, o bailarines de una misma danza trazada por un Principio Único que los masones llamamos G.·. A.·. D.·. U.·. .


NOTA
* Este trazado pertenece al volumen de arquitectura: La Logia Viva, Simbolismo y Masonería, publicado por Ed. Obelisco, Barcelona, julio 2006.


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