EL APR.·. |
“No hemos indicado aún todos los significados del centro: si en primer lugar es un punto de partida, es también un punto de llegada: si todo ha salido de él, todo debe al final retornar a él. Puesto que todas las cosas sólo existen por el principio, sin el cual no podrían subsistir…” (Guénon, 2002, p59) En diversas ocasiones nos surgen diferentes inquietudes que nos acompañan día a día. Entre estas inquietudes podríamos encontrar las siguientes ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Cuál es mi función en esta vida?, inquietudes que nos motivan a mantener un estado activo de búsqueda constante, inquietudes que en cierta forma son el impulso que nos permiten desafiar nuestros paradigmas, y comenzar a develar verdades. En momentos de este peregrinar somos encontrados por seres, que con celo y prudencia, llamaríamos Maestros, por su capacidad de transmitir conocimientos, por ejemplo al ilustrarnos sobre el manejo de una herramienta, al darnos un consejo o con su actitud ante las cosas de la vida, pero seres que al igual que todos, HH.·. Mas.·. y HH.·. profanos, están llenos de imperfección, sin embargo muestran mucha habilidad para manejar a ésta última. En la Naturaleza igualmente hemos encontrado innumerables ejemplos de los que podríamos aprender, que son como la flecha que da en el blanco, transmitiéndonos sabiduría, “hiriéndonos profundamente”, dejando la cicatriz del conocimiento en nuestro ser, y a este respecto es menester comentar lo siguiente “…No creo que sea una simple coincidencia el que las estructuras óseas de los animales y las nuestras nos sugieran en sus formas principios y símbolos, en sus patas, picos, torsos, alas y muslos. En ellos hemos podido ver escuadras, reglas compases, cuadrados y círculos. Lo cual nos indica que debemos nuestra creación a un ser supremo que colocó principios símiles para el reino animal…” (Davila,2013,p1) El observar en la Naturaleza la recreación de nuestras herramientas de trabajo es un paso importante en la Búsqueda del Centro, porque dichas herramientas en forma alegórica son principios establecidos con los cuales debemos operar en nuestras acciones ¡¡¡vaya cuán grande es la faena del Masón!!! Quienes pertenecemos en espíritu a la Ord.·. Mas.·. tenemos como deber el ser constructores, porque ¡¡¡Cuán hermoso y valioso!!! es sentir que “…Aspiramos construir, y no destruir; explicar y armonizar; no sólo señalar imperfecciones, sino pregonar las Verdades Tradicionales y alejar la desorientación y la desconfianza. No destruir ni siquiera el error porque nuestros Maestros Pasados nos enseñaron y nos demostraron que nada se destruye, todo se transforma” (Amesti, p28). En la Búsqueda del Centro, hemos entendido, hasta ahora, que algunas veces transitaremos descalzos por caminos pedregosos, que estaremos desnudos en ambientes donde soplan corrientes heladas, que sentiremos el calor sofocante como el caminante en el desierto, sólo la necesidad de volver al centro nos empuja hacia tales riesgos. A este respecto es importante comentar que la palabra centro deriva del latín centrum y en el orden esotérico “El centro es, ante todo, el origen, el punto de partida de todas las cosas. Es el punto esencial, sin forma ni dimensiones, por lo tanto indivisible y, en consecuencia, la única imagen que puede darse de la unidad primordial…” (Guénon, 2002, p56). Mediante el Rit.·. de Ini.·. trazamos un vinculamiento con la Ord.·. Mas.·. que nos permitirá ir “encaminados” hacia la búsqueda de nuestro centro, pero este vinculamiento “…no podría dispensar de ninguna manera del trabajo interior que cada uno no puede cumplir más que por sí mismo, pero que es requerido, como condición previa, para que este trabajo mismo pueda producir efectivamente sus frutos…” (Guénon, p24) [1] Pero aspirar el centro también es romper ó aflojar vínculos, es desvincular la cuerda atada en nuestro cuello, y que en el Rit.·. de Ini.·. simboliza nuestra esclavitud a los vicios y pasiones del mundo profano, y es que acaso ¿podría ser de otra manera? .En la Búsqueda del Centro también hemos comprendido que debemos de caminar por la calle del medio, es decir no muy lejos de lo blanco, pero tampoco muy lejos de lo negro, y respecto de esto podemos comentar que “El medio entre los extremos representado por puntos opuestos de la circunferencia, es el lugar donde las tendencias contrarias, al llegar a los extremos, se neutralizan y encuentran perfecto equilibrio…” (Guénon, 2002, p. 56). Dicho lo anterior podemos interpretar que en La Búsqueda del Centro debemos ser Tolerantes, pues en nuestras acciones e ideas, podríamos estar algunas veces acompañado y algunas veces solos, porque simplemente el camino para todos no es igual, y lamentablemente todo no se puede tolerar. En la Búsqueda del Centro debemos buscar ante todo resolver la difícil tarea de conciliar los opuestos, romper prejuicios, estar alerta a la intriga, respetar el silencio, aquí podemos ver el valor terapéutico de la Búsqueda del Centro. Al propósito de lo anterior es menester que comentemos lo siguiente respecto de los concepción del centro “…vinculado con el punto de vista moral (aunque capaz de acaparar otros significados), a saber: la idea de justicia. Así, es posible relacionar lo ya afirmado con la concepción de justicia platónica en la que la virtud ocupa el justo medio entre dos extremos…” (Idem). Para el buen Apr.·. la mano amiga del Guía espiritual, de su confidente, de su hermano, siempre estará allí, en el lugar palpitante de su cuerpo, pues como podemos orientarnos en esta búsqueda sin tener y haber tenido a nuestros Maestros como soportes, y esto es justo decirlo. En el Rit.·. de Ini.·. los TT.·. VViaj.·. SSimb.·. representan parte de una síntesis de los diversas vivencias que encontraremos en el proceso de marchar hacia el centro. En el “Ritual y Catecismo para el Gr.·. de Apr.·.” encontramos las siguientes preguntas del retejo (Ritual, 2011, p65) en relación a los VViaj.·. : 1– ¿Qué hicieron de vos luego que estuvisteis entre CCol.·. ? 2– ¿Para qué os hicieron viaj.·. ? La L.·., V.·. M.·. Al final de los VViaj.·. llegamos al lugar de la L.·. en el Or.·., sitial del V.·. M.·., que representa la Sabiduría en la Log.·. El propósito de los TT.·. VViaj.·. Simb.·. no es más que buscar la L.·., entendida como Sabiduría, es decir es llegar a un centro. En nuestro andar por la vida con frecuencia hemos encontrado un plano de luz, para darnos cuenta que debemos subir a uno más elevado. O, simplemente, debemos perderlo y volverlo a recuperar, y a propósito de esto es valido comentar que “Todos los seres que dependen de su principio, consciente o inconscientemente han de aspirar a retornar él…” (Guénon, 2002, p. 59), dicho esto hemos comprendido que la “búsqueda de nuestro destino es la verdadera búsqueda de nuestro origen”, y si el centro “…es un punto de partida, también es un punto de llegada si todo ha salido de èl, todo debe al final retornar a èl…” (Idem). De lo anterior podemos entender que la Búsqueda del Centro es un proceso cíclico en cada ser que remonta la corriente del río, el mundo profano, para llegar al manantial, y si bien a la muerte algunos la hemos entendendido literalmente como la destrucción del cuerpo físico, también hemos aceptado entenderla espiritualmente con el Rit.·. de Ini.·. como el inicio de la regeneración psíquica, y esta apunta en la dirección del centro por el cual deseamos ser encontrados.. Para finalizar podremos concluir, por ahora, que la Búsqueda del Centro es el encuentro de nuestro origen y destino, es el G.·. A.·. D.·. U.·. es el alfa y el omega, es el principio y el fin. En el Salmo 118:8 del Antiguo Testamento encontramos lo siguiente Mejor es confiar en Jehova que confiar en el hombre. La palabra de Jehova, entendida en la Ord.·. Mas.·. como el G.·. A.·. D.·. U.·. debe ser nuestro principal centro de confianza.
Referencias Bibliográficas |
NOTAS |
[*] Publicamos estos textos firmados El Apr.·., (El Aprendiz), tal como lo ha preferido el hermano que nos los ha hecho llegar desde los VV.·. de Venezuela. |
[1] Se dice que la palabra “retejar” tiene su origen en el hecho de que El Guarda Temp.·., para saber si la Log.·. permanecía a cubierto de la indiscreción de los profanos, levantaba una teja del techo de la misma, y se asomaba para saber si no había peligro, procediendo después a colocar de nuevo la teja, es decir retejar. |
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