LA MASONERIA Y EL 11-M
SIETE MAESTROS MASONES

XIII
LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

"En esto –dice Hermes en el Asclepio– consistirá la vejez del cosmos: impiedad, desorden y sinrazón de todo lo bueno".

Y esta impiedad, este desorden y esta sinrazón son ya más que evidentes en nuestro mundo y en nuestra época.

Los cambios climáticos y una climatología cada vez más desordenada que parece no ajustarse a las estaciones; enfermedades que aparecen de la noche a la mañana extendiéndose rápidamente y afectando a extensas zonas de población sin posibilidad de remedio a corto plazo, desastres naturales de toda índole.

Impiedad, desorden y sinrazón en los asuntos humanos; una sociedad cada vez más fragmentada, orientada exclusivamente hacia el consumismo y el hedonismo que son presentados como el bien supremo al que hay que aspirar y que garantizan la felicidad y la continuidad de esa falacia que se ha dado en llamar "sociedad del bienestar", bienestar entendido, naturalmente, como una mera posesión y acumulación de bienes materiales, en la que queda excluida cualquier forma de búsqueda espiritual.

Incluso un hecho tan actual como el de la inmigración ¿no es un síntoma más de la disolución de todo límite en este mundo?

Nos referimos tanto a la emigración voluntaria en busca de unas hipotéticas "mejores condiciones de vida", como a las motivadas por las guerras y las persecuciones políticas y étnicas.

A este respecto leemos en el Tao Te King:

" Un Estado pequeño de escasa población, que aunque posee gran cantidad de herramientas no las usa, donde el pueblo siente respeto por la muerte y renuncia a desplazarse.

" En el que no hay necesidad de montar en barcos y carros, ni de exhibir armas y corazas.

" Donde el pueblo retornará al uso del sistema de nudos.

" Encontrará sabrosa su comida, hermosa su ropa, alegres sus costumbres, tranquilas sus moradas.

" Los Estados vecinos se divisarán a lo lejos, se podrá oír el canto de sus gallos y el ladrido de sus perros, pero las gentes envejecerán y morirán sin haberse visitado."

Todo esto son los síntomas, las señales que nos recuerdan que nos encontramos en la fase final del Kali Yuga, final que vendrá precedido por una "inversión", "es decir, un estado que es diametralmente opuesto al orden de todo lo que es normal", y cuyos signos visibles son la "falsificación" y la "parodia".

La acción de esta inversión es bien patente en los diversos órdenes de la actividad humana; así los movimientos denominados en su conjunto como "neo-espiritualidad", o lo que ha dado en llamarse "new age", que como señaló el hermano René Guénon, es la expresión de "una espiritualidad al revés"; igualmente las "ideas modernas" que caracterizan al mundo –valga la redundancia– moderno, entre las que hay que destacar a su sistema político y económico ideal, esto es, la democracia liberal y parlamentaria enmarcada en un sistema capitalista de libre mercado, donde se crea el espejismo de que el "ciudadano" realmente puede participar, "a través de los cauces adecuados", en la marcha de la sociedad a la que pertenece, cuando obviamente no es sino un esclavo del sistema al que con su ignorancia y pasividad alimenta y alienta, al tiempo que un mero productor/consumidor, un número, una estadística; cada vez más controlado y más cuantificado, despojado de toda dignidad, a merced de fuerzas sutiles y maléficas, pero bien reales, cuya existencia ignora.

Fuerzas cuya manifestación más activa y peligrosa es la que toma la forma del fundamentalismo islámico, expresándose bajo la bandera de la religión a través del terrorismo más sangriento y brutal, sembrando muerte, devastación y miedo, lo que constituye el método perfecto de someter las voluntades y aumentar su propio poder.

Especialmente significativo resulta que su campo de acción sea fundamentalmente el mundo occidental –aunque no sólo– del que parecen decididos a apoderarse y al que atacan no exclusivamente en sus aspectos externos, podríamos decir, sino además incluso a la única institución que conserva el depósito de la tradición y la iniciación en Occidente, la Masonería, a la que en el mensaje reivindicativo del atentado del 11 de Septiembre se la nombraba como enemigo a exterminar, amenaza que posteriormente se ha visto confirmada con el ataque a la sede masónica en Turquía.

Este estado de cosas, en suma, nos está advirtiendo de que las "grietas" en la "gran Muralla" que circunda y protege al mundo contra las influencias maléficas del dominio sutil inferior son, quizás, cada vez más numerosas y profundas, siendo por ellas por donde, precisamente según la tradición islámica, penetrarán, en las proximidades del fin del ciclo, las hordas devastadoras de Gog y Magog.

 


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