LA MASONERIA Y EL 11-M
SIETE MAESTROS MASONES

VII
TODO LO QUE SUCEDE EN EL COSMOS INCUMBE A LA LOGIA

Queremos hablar acerca de los actos de terror y muerte acaecidos recientemente en nuestro país, hechos cometidos por las mismas fuerzas tenebrosas que días atrás atentaron contra hermanos nuestros de los Valles de Estambul.

La Logia es un modelo del Cosmos no sólo en su solemnidad sino también en sus convulsiones por lo que una y otras tienen su reflejo en el Cuadro, y aunque la función de nuestro Taller es eminentemente doctrinal, es nuestra tarea en estos momentos advertir los signos de los tiempos en el devenir cíclico del que somos testigos y penetrar su sentido. La Logia es un organismo vivo y no una torre de marfil; pero no corresponde a nuestro Taller de estudios actuar en el ámbito social –salvo que ello pudiere llegar a ser necesario por circunstancias excepcionales– sino abundar en la labor doctrinal que le es propia, labor que nadie podría efectuar por nosotros. Cualquier acción social será necesariamente secundaria frente a nuestro trabajo operativo esotérico.

La violencia islámica refleja de una manera especialmente palmaria los atributos tenebrosos de las fuerzas disolutivas del fin de ciclo. Dicha violencia se nutre en medios fanáticos en los que se falsifica e invierte la tradición islámica, los cuales han penetrado en la civilización occidental a través de las grietas abiertas por las tendencias contratradicionales que han actuado en su interior a lo largo de las últimas fases del Kali Yuga.

Esta falsificación del Islam, tremendamente corrosiva y que proyecta poderosamente su poder disolutivo, presenta los ataques del terrorismo islámico a países occidentales como una yihad en respuesta a unos supuestos nuevos episodios de las Cruzadas, proponiendo una lectura absolutamente invertida del símbolo de la guerra santa, cuando lo cierto es que esa violencia no es sino la expresión de unas energías disolventes suplementarias que vienen a añadirse a las que han estado operando en el seno de Occidente a lo largo de su última edad para acelerar el fin de nuestra civilización. La inversión de la Tradición está extendida por todas partes, y si reviste la apariencia de una lucha entre bandos es a causa de su propia naturaleza, que engloba caóticamente todas las oposiciones sin conciliación alguna por la ausencia de un principio superior ordenador. El hermano René Guénon escribe al respecto en el volumen El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos que "al actuar así, los representantes de la contrainiciación tienen la ilusión de oponerse al propio espíritu, cuando en realidad nada puede oponerse a él; pero, al mismo tiempo, pese a ellos y sin saberlo, le están subordinados de hecho, y nunca podrán dejar de estarlo, pues todo lo que existe está sometido a la voluntad divina, incluso cuando lo está de forma inconsciente e involuntaria [en todos los seres], ya que nada puede sustraerse a ella. Por lo tanto, ellos también son utilizados, contra su voluntad, y a pesar de que puedan llegar a pensar todo lo contrario, en la realización del 'plan divino en el orden humano' ".

Decía San Pablo que "la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto". El ciclo camina hacia la "abominación de la desolación" anunciada para el fin de los tiempos; pero tras el reinado pasajero de la contratradición, "sólo puede producirse el 'enderezamiento' que, al volver a poner todas las cosas en su lugar normal cuando ya ha de parecer completa la subversión, preparará de inmediato la 'edad de oro' del ciclo futuro" (op. cit.). A nosotros nos corresponde actualizar esa posibilidad de regeneración cósmica, vivificarla aquí y ahora, en el arca simbólica de la Logia, mientras escrutamos los signos de los tiempos al sol de la doctrina y difundimos la Luz.

 


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