LA MASONERIA Y EL 11-M
SIETE MAESTROS MASONES

V
DE LAS TINIEBLAS A LA LUZ

El mundo convulsiona. El pasado día 11 de marzo se produjo en Madrid un espantoso atentado terrorista, de gran impacto, dejando el mayor número de víctimas civiles habido en Europa hasta el momento. Tan sólo unos días antes, en Turquía, otro grupo islámico radical, arremetió disparando contra una reunión de masones y hubo muertos. Además están los habituales atentados-suicida y asesinatos selectivos en Oriente medio y una infinidad de otros disturbios de variada intensidad en diferentes lugares del planeta. La guerra en Irak, extraña cruzada en nombre de la libertad, la paz y la democracia, que aunque se dio por terminada en su momento, y lejos de cumplir sus objetivos manifiestos, sigue sangrando abierta. Y estos, por nombrar sólo algunos de los más recientes sucesos de los que se hacen eco diariamente los medios de comunicación, aunque todos podemos recordar otros muchos acontecidos en los últimos años o décadas, que fulminante o lentamente, sacuden los cimientos del mundo de una forma continua e implacable.

Estos acontecimientos se corresponden cabalmente con todas las profecías que anuncian con claros signos el fin de este ciclo de la humanidad en el que nos ha tocado vivir. Señales evidentes, que por sus características, magnitud y vertiginosa frecuencia, indican que el fin está cerca. El materialismo y el racionalismo, intentan colonizar el mundo en todos sus órdenes desde hace unos siglos, un mundo que se debate en luchas intestinas, dividido e irreconciliablemente enfrentado por oscuros intereses, mientras que la humanidad degenera en una patética y monstruosa caricatura de sí misma; apostando por un orden que no se sostiene y negando los principios trascendentes que son su razón de ser, su origen y su verdadero fin.

Sin esta unidad el mundo es profano y sin sentido, excéntrico, ciego e ignorante, vanidoso y extremadamente fanático, viéndose abocado, en su desorientada locura, a la autodestrucción; constituido en el instrumento adecuado para las acciones y reacciones propias de esa entidad conocida como el príncipe de este mundo y cuyos efectos ponen de manifiesto su poder desintegrador. Son tiempos oscuros y difíciles en los que las fuerzas del caos buscan corromper todo aquello que es susceptible de tal acción con la sola intención de disolver cualquier posibilidad de enderezamiento, orden o armonía.

Siendo hombres libres y de buenas costumbres, los masones sentimos con todo el dolor el desgarro de un mundo que agoniza. Pero estamos al orden, atentos a todos estos signos para poder desentrañar su significado más profundo. Habitamos un mundo que reconocemos sagrado en un universo vivo, significativo y simbólico en el que se ejecutan, conforme a las leyes universales de los ciclos, los planos del Gran Arquitecto del Universo.

Los masones hemos llamado a las puertas del Templo de la Masonería buscando la Luz del Conocimiento y trabajamos a la Gloria del Gran Arquitecto bajo los auspicios de una Orden iniciática viva y universal. Una entidad supraindividual cuya fraternidad, como se dice, se extiende por toda la faz de la tierra. Como iniciados hemos abierto los ojos o nacido a un estado nuevo de la consciencia, a un conocimiento o percepción de orden superior, al que aspiramos acceder por la gracia, trabajando con rigor en el athanor alquímico de nuestra interioridad.

Nuestro lugar se ubica en el centro, en el punto geométrico que coincide con el eje vertical que une Cielo y Tierra y comunica todos los mundos y en el que no hay dualidad ninguna al conciliarse en él todas las oposiciones posibles. Nuestros trabajos, que están orientados a la Liberación definitiva y total de cualquier limitación o contingencia, pasan, mediante la compresión del rito y el auxilio de los símbolos, por encarnar nuestros mitos hasta la identificación con el verdadero maestro, que es interno, aspirando a un estado en el que habiendo alcanzado la plenitud de sus facultades superiores, este hombre verdadero, en palabras de Tchung-Yung "puede ayudar al Cielo y a la Tierra en el mantenimiento y la transformación de los seres, y, por ello, constituir un tercer poder con el Cielo y la Tierra".

Estas ideas siempre presentes en la carrera masónica cobran especial fuerza y vigor en estos momentos. Ahora más que nunca, los masones debemos reconocer lo que nos une, fortalecer la cadena de unión, invocar la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza y hacer nuestro trabajo con el mayor rigor intelectual. Estar atentos, ser discretos y prudentes, puesto que, en un sentido, trabajamos a pecho descubierto. Y perseverar hasta el fin en gran fortaleza y total confianza.

Creemos que la Masonería universal está viva en sus Logias y que late en el corazón de todos sus miembros. Sabemos que ella es el arca de la Tradición que contiene las ideas-germen, las semillas indestructibles y eternas del mundo nuevo y que todo es conforme al orden.

Transcribimos para concluir, a modo de himno y como invocación, un fragmento de la Alabanza de la Filosofía de Marsilio Ficino:

"¡Oh maravillosísima inteligencia del celeste arquitecto! ¡Oh sabiduría eterna, nacida únicamente de la cabeza del más alto Júpiter! ¡Oh infinita verdad y bondad de la creación, sola reina de todo el universo! ¡Oh verdadera y generosa luz de la inteligencia! ¡Oh calidez curativa de la voluntad! ¡Oh generosa llama de nuestro corazón! Ilumínanos, te lo pedimos, derrama tu luz sobre nosotros y enciéndenos, para que podamos resplandecer internamente con el amor de Tu luz, es decir, con el de la verdad y la sabiduría. Sólo esto, Dios Todopoderoso, es Conocerte verdaderamente. Tan sólo esto es vivir bienaventuradamente contigo. Ya que aquéllos que vagan lejos de los rayos de Tu luz nunca pueden ver nada claramente, se encuentran perdidos y atemorizados por sombras irreales, como si se tratara de terribles pesadillas, y en todo lugar atormentados miserablemente en una noche perpetua. Pues siendo que únicamente aquéllos que viven celosamente contigo ven, aman y abrazan bajo Tus rayos aquellas cosas que son verdaderas, eternas e inconmensurables, tan sólo ellos considerarán cualquier cosa limitada por el tiempo o el lugar como ilusorio sueño sin importancia. Y así no pueden ser desalojados de la altísima ciudadela de la bienaventuranza celeste, ni por el deseo ni por el miedo a las cosas terrestres."

Dondequiera que se encuentre un verdadero Masón, arca viviente de la Tradición, el fuego sagrado de la Luz Eterna estará vivamente encendido.

 


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